Bienvenidos a LAS PÁGINAS VULGARES. Cositas periodísticas de Maurice Echeverría.

Gustavo Santaolalla: noticias de un agitador musical


Esta entrevista fue hecha mucho antes que le dieran a Santaolalla el Óscar, pero el Óscar ya lo estaba esperando.


La película Amores Perros ha quedado envuelta en una popularidad singular, y allí está la reciente nominación al Oscar para probarlo. Casi tan notable ha sido el alcance que ha tenido su soundtrack. Compuesto por dos compactos, este material apandilla un repertorio selecto: Control Machete, Celia Cruz, Titan, Illya Kuryaki, Julieta Venegas, Café Tacuba, Bersuit, Ely Guerra, y más. El proyecto, la producción, la música incidental, estuvo a cargo del gran gurú de la música latina: el argentino Gustavo Santaolalla. Sos grande.


Hablemos de Amores Perros. No puedo pensar en otro soundtrack tan unificado y exitoso en Latinoamérica. ¿Creés que esto va a abrir brecha para nuevas y más audaces bandas sonoras en el continente?
–Realmente espero que sí, espero que sea de alguna manera un comienzo para que la gente haga soundtracks con las ganas y la pasión que nosotros le hemos puesto, y logre tener la respuesta que hemos tenido, que ha sido increíble.

La nominación de Amores Perros al Oscar seguramente le traerá mucha bulla y noticia al disco. ¿Tenías idea de que la peli llegaría así de lejos?
–Sí, te digo la verdad: sí. Cuando vi los primeros quince minutos me quedé boquiabierto. Me parece que es una película fascinante, sobre el dolor y cómo el dolor nos transforma en mejores personas, y contado a través de unas historias superreales. Cuando uno ve una cosa así, con ese nivel artístico y con esa claridad y foco... bueno, las posibilidades de que eso conecte con la gente son muchas.

¿Cuál dirías que es el éxito de un buen soundtrack?
–Un buen soundtrack es uno que de alguna manera represente y sustente lo que de sí es originalmente la película.

Lo de hacer el segundo disco, ¿lo tenías pensado desde un principio o se incorporó luego?
–Se incorporó luego, después de hacer un análisis de lo que teníamos. Y un poco la idea del soundtrack doble surgió pues muchas canciones habían salido antes al mercado, y entonces sentimos que le faltaba algo al disco, como para tener el peso que la película tenía. La idea era mostrarles la película a amigos artistas con los cuales queríamos trabajar, y motivados por lo que vieron en ella, que escribieran canciones que se llamaran todas Amores Perros. Y bueno, cuando logramos los dos discos, sentimos que realmente teníamos un producto que sustentara lo que era el peso de la película.

¿No se les pasó por la mente que era un riesgo hacer un disco doble en términos de mercado?
–Por supuesto, y además salir como salimos: con tres singles al mismo tiempo y tres videos. Todo el proyecto era inusual: una película de dos horas y media, una película muy fuerte, sin finales felices. Pero aparte yo he hecho mi carrera a través de hacer cosas inusuales. Lo primero que me dijeron a mí cuando yo tenía diez y seis años y grabé mi primer disco es: ‘no vas a llegar a ningún lado, esta música nunca nadie la va a tocar en la radio’, y aquí estamos. No tengo miedo de las cosas inusuales; yo creo que hay una subestimación de la gente y del público. Mirá: la prueba es que el disco va a ser platino en México.

Has colaborado con otros films como lo son El informante y Traffic. ¿Debemos de intuir una relación formal entre la cinematografía y Gustavo Santaolalla?
–A mí el cine me encanta desde chico. Es más: era mi otra carrera alternativa: si no seguía en la música me iba a dedicar a hacer cine. Me encanta. Lo que ha pasado es que se ha dado esto a través de de mi disco Ronroco que es instrumental, y hoy en día, bueno, estoy a punto de firmar para que me representen para hacer música de filmes. Esto se ha expandido y ha crecido mucho, y entonces es algo que seguiré haciendo y lo agregaré a los foros que utilizo para expresar mi visión: algunas veces como artista, otras como cantante y songwriter, otras como productor, y ahora será como músico de filmes.


A Gustavo Santaolalla hay que agradecerle no poco: bajo su ala de productor han surgido discos muy claros de bandas tan populares como Maldita Vecindad, Café Tacuba (y allí un grammy), Los Prisioneros, Divididos, Molotov, Bersuit, Julieta Venegas, Puya... GS es sin duda el productor más popular, interesante y menos previsible de la música latina hoy en día. Pero Gustavo Santaolalla tiene otra coloración, la de de músico: fundó hacia los sesentas Arco Iris, una banda pionera en la escena latinoamericana. Más tarde habría de concretar Wet Picnic, para luego hacer música en solitario, y tres discos entonces, entre ellos el instrumental Ronroco.


Al respecto de esto: ¿tus ocupaciones de productor no disminuyen tu otra faceta que es la del músico?
–No, yo creo que se complementan. Aparte, yo empecé de muy chico: a los dieciséis años hice mi primer disco; a los veinte tenía la banda Arco Iris, que era la número uno en Argentina. Digamos: me siento satisfecho con mucho de lo que hecho como artista. De todas maneras continúo haciendo cosas, me he puesto el objetivo de hacer un disco cada dos, tres años. Y ahora, con el tema de los filmes, también siento que es una puerta más para mostrar mis cosas.


Una extensión de tu ser artista...
–Exacto. Para hacer una analogía futbolística: a veces me siento que estoy en la cancha; a veces ando de arquero; a veces jugando de goleador; a veces en el medio campo. A veces estoy fuera de la cancha como director técnico, pero siempre estoy en el partido.


Es evidente que la noción de identidad juega un papel crucial en la ‘visión’ que Gustavo Santaloalla promueve. Vimos en los noventa cómo la propia identidad dejó de ser motivo de acomplejamiento, para convertirse en efigie y camiseta.


Después de la institucionalización, diríamos, del rock latino en la década pasada, ¿qué podríamos decir que está pasando en este mismo ámbito ahora mismo?
–Yo sigo pensando y ratificando y también impulsando la visión que tuve desde muy chico con Arcoiris, en donde para mí la búsqueda de una música que nos diera una identidad era fundamental. Tengo entendido que Arcoiris fue el primer grupo que por lo menos fusionó música folklórica latinoamericana y elementos nuestros con los códigos mundiales de la música contestataria. Siento que ésa es la música que nos da una identidad. No me interesan los grupos que tocan en español como un grupo americano/inglés. Si te tuviera que decir algo siento que ahora hay muchísimas bandas que mezclan cumbia, merengue, guapango, o que mezclan ranchera... El Gran Silencio, Café Tacuba, Bersuit... Veo cada vez más grupos que incorporan cosas de la cultura de ellos. Algunos más y otros menos, pero yo siento que los grupos que se destacan internacionalmente son aquellos que aportan algo nuevo a la escena del rock. Y son los que atraen audiencias que no son latinas. Por eso Café Tacuba abrió para Beck el año pasado en su gira del oeste (EU). Los músicos de Beck son fanáticos de Tacuba y de muchos de los artistas que nosotros trabajamos.

Alguna vez me dijo una persona que trabaja con músicos latinos y reside en los Estados Unidos, como es tu caso, que tenía miedo del llamado crossover, pues el público se iba a fijar un segundo en los latinos, y además en ciertos latinos en específico, y luego nos iban a olvidar a todos. ¿Qué te parece tal observación?
–No es un tipo de enfoque que me interese. Yo trato de hacer música y de asociarme con expresiones artísticas que sean universales. Por lo tanto, tienen el potencial de crossover. No sé de ese crossover del cuál hablaba esa persona, pero sí de llegarle a toda la gente, de la misma manera que les llega Andrea Bocelli, o como llegan María Callas, Los Beatles. Yo creo que Café Tacuba puede llegarle a mucha gente, incluso a gente que no entiende el español. Yo no hago música para un sector nada más: yo trato de hacer música que sea de la mejor calidad, y con una respuesta artística interesante, que eventualmente pueda llegarle a mucha gente. No importan de qué nacionalidad sean o qué idioma hablen.

¿No puede ser por otro lado interesante que se manifieste este súbito interés por lo latino para ayudar a las bandas que estás tratando de promover?
–En un momento, por supuesto, en cuanto pegue un grupo medio alternativo latino, pues veremos una andanada de publicidad empujando a otros. No todos serán muy buenos; algunos serán buenos y otros no. Pero yo creo que todo sirve y que es muy difícil planear una estrategia al respecto. La mejor estrategia que hay es hacer la mejor música que uno pueda hacer. Contra eso no puede nada, y eso avanza solo.


Junto a su colega Aníbal Kerpel, Gustavo Santaloalla ha puesto en marcha el label Surco. Otro paso en el itinerario de la autonomía, respecto a las grandes disqueras. De esta forma, Surco es como un órgano poderoso que ha dejado ver de inmediato sus frutos.


Habláme un poco de Surco.
–Surco es de una manera la prolongación de nuestra carrera como productores. Llegado un momento, después de haber trabajado casi con todas las compañías grandes, de alguna manera perdíamos contacto con el artista, quedaba todo en manos de una compañía, justamente. El próximo paso nuestro fue tratar de juntar nuestra visión bajo un mismo techo. Y allí surge la idea de hacer Surco, como una compañía regional, una compañía cuyo objetivo es identificar talentos en toda Latinoamérica, y desarrollarlo localmente e internacionalmente. Y así es como hoy en día tenemos discos de grupos y artistas de casi todas partes de Latinoamérica. De Argentina: Bersuit y Árbol. De Uruguay: La Vela Puerca. De Chile tenemos a Dracma y a Fiebre. De Colombia a Juanes. De Puerto Rico, Puya. De Cuba, Orishas. De México, Molotov...

¿No te gustaría acercarte a Centroamérica, que aún está un poco tristemente relegada del circuito rock, y eso a pesar de que hay algunas bandas de consistencia?
–Me encantaría, y sé que en algún momento va a ocurrir. Me interesa Centroamérica, me interesa también Bolivia, me interesa Perú. Guatemala, Salvador, Costa Rica me interesan mucho, pero lleva un tiempo todo. Aunque no hay realmente una estrategia mentalizada, es una cosa muy intuitiva y las cosas se van acomodando mágicamente. Mi carrera ha sido toda así. De alguna manera yo sé que el momento de hacer cosas en Centroamérica se acerca, y que en este momento el éxito de varios grupos nuestros en Centroamérica crean un foro para yo poder ir allí, y poder conectarme.

Una última pregunta, Gustavo: ¿existen figuras, se están multiplicando figuras como la tuya, de productor, de agitador musical, si querés, en el ámbito musical latinoamericano?
–Yo espero que hayan cada vez más productores. Ojalá que yo de chico hubiera tenido un productor que mirara del otro lado del vidrio. Yo siento que una de las deformaciones que ha ocurrido en el rock, por lo menos en el argentino, es que los músicos piensan que pueden hacer todo ellos: escribir las canciones, arreglarlas, elegir el repertorio, trabajar las estructuras, grabarlas y producirlas. Yo pienso que eso minimiza la propuesta en vez de maximilizarla. Espero que haya más desarrollo de productores con una visión artística, que tengan opiniones, y que logren empujar esta música a través de productos dignos y de peso, como lo que intentamos nosotros. Nosotros siempre quisimos hacer discos que no tuvieran nada que envidiarle a los grandes discos de rock o de música alternativa que se hacen en el mundo. Discos que sean inobjetables.

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