Bienvenidos a LAS PÁGINAS VULGARES. Cositas periodísticas de Maurice Echeverría.

Donde acaban los caminos


Acompañé a Don Mario al set de Donde acaban los caminos. Juro que pensé que nos íbamos a matar en su carro.



Novela de Mario Monteforte, pronto película, Donde acaban los caminos cuenta la desafiante, imposible historia sentimental de un ladino y una indígena. Ahora mismo rodándose, el filme incluye a Giacomo Buonafina y Andrea Rivera como actores principales.


Avanza el automóvil por la Roosevelt y luego rumbo a la Antigua. Monteforte está al volante. Yo talvez nervioso, pues por curiosidad elemental cabe preguntarse si no es arriesgado que una persona de noventa años conduzca así de… persuasivo con el acelerador. Pero al parecer Monteforte está muy seguro de sí mismo, tal es la impresión que distribuye mientras me va hablando de su encuentro con Mao, o de alguuna mujer que amó –él dice– en serio.

En realidad, Monteforte es un surtidor envidiable de energía. Tanto, que se ha embarcado en el proyecto de llevar al cine una novela suya, Donde acaban los caminos. Un proyecto ancho para un país que no produce cine. Dirigida por el director mexicano Carlos García Agraz, la película se encuentra ahora mismo en filmación, y es al rodaje a donde nos dirigimos con Monteforte por esta carretera de expresivos contornos.

Parque Florencia, sol en el set, una treintena de personas o más. Metidos todos en un rincón agreste del parque, donde en verdad, casi diríamos, acaban los caminos. Se está filmando un momento con algo de picnic versión Renoir versión local versión cincuentas. Algunos periodistas. Por allá, se coloca la mesa, los cubiertos, y pienso en las cantidades de comida que hay que preparar para toda esta gente. Una planta gigante suministra la energía, y los cables serpentean entre la hierba. Me limito a observar, cuidadoso y ya consciente de que un set es también como la Zona de Stalker: no puede uno ir caminando por cualquier lugar, sin riesgo de que algo salga en algún momento mal, o simplemente alguien te tome del brazo y te invite a largarte.

Aprovecho en realidad para hablar con los actores principales de la película: Giacomo Buonafina interpreta al doctor Raúl Zamora, y Andrea Rivera a María, la mujer indígena. Está por filmarse en un momento la secuencia en donde Zamora seduce a María, y ambos actores deben prepararse.

Giacomo está suelto, al parecer contento por el trato que le han dado. “Feliz, qué te puedo decir”. Le han puesto crema en la frente, irritada por el sombrero que debe llevar puesto, a la usanza de la época en que transcurre el filme. “Han sido, sin buscarlo, diez y ocho años de preparación para llegar aquí”, cuenta. “Incluso la música te alimenta para este tipo de trabajo”.

Más conocido quizá como entrepreneur musical, Giacomo también ha actuado en teatro
–mucho con Luis Tuchán. “Si estás consciente de la cámara, te jodiste, porque detrás de la cámara están cincuenta personas viendo”, relata. “Y tenés que estar muy consciente de donde viene emocionalmente la historia para que no se sienta divorciada tu actuación con el hilo de la película”.

Más adelante, afirma: “Vós tenés la opción de ser cualquier persona en el mundo. Podés ser un asesino, un gay, un roquero, o Jesús… Todas esas capacidades las tenés, están adentro. Y a la hora de actuar, tenés que ir a esa profundidad.”

Respecto al dilema que impone la película, Giacomo lanza la pregunta: “Vós vas con tu mamá y le decís ‘yo soy gay’, vas con tu mamá y le decís ‘me enamoré del jardinero’. ¿Cuál de las dos cosas la pondría un poco más histérica? ¿Qué seas gay o que te metás con el jardinero?…”

Andrea Rivera también dice sentirse muy acogida en el seno de la película. “¿Cuál es tu experiencia como actora?”, pregunto. “Actriz”, me corrigen dos o tres voces a un tiempo. En fin, escucho la respuesta de la entrevistada, más bien: “Yo lo único que he hecho es teatro en el colegio”, dice, con una sonrisa encantadora. “Mi hermana está en la Escuela Nacional de Danza, y Willy Ramírez fue allí a ver si había alguien para el papel. Le había dicho a mi hermana que se fuera a tomar las fotos, y yo también me las hice.”

“Mi personaje tiene dos facetas: la primera faceta antes de enamorarse de Zamora, y la segunda después. Antes es una chica que no sabe todavía, no tiene experiencia de la vida. Lo conoce a él, se enamora, se ilusiona, y allí se da cuenta del choque cultural al cual se ha metido ella, por enamorarse de un hombre que no pertenece a su etnia. Después es una mujer fuerte, pues tiene el valor de decir: ‘no, no podemos’. Ella sabe que no se puede.”

Al hablar, le están poniendo el traje indígena: “Al final termino con dolor de espalda”, asegura.

Giacomo Buonafina y Andrea Rivera son dos de la veintena de actores estelares que forman parte del elenco. Todos recibieron la dirección en actuación de Roberto Díaz Gomar.

El guatemalteco Mendel Samayoa es el director de producción. Dice del elenco: “Muy entregado, muy entregado. Primero que todo como actores guatemaltecos están agradecidos por salir en un largometraje profesional. Por otro lado, tienen mucha empatía con la historia, que es una historia nacional. Con respecto a los técnicos, la respuesta es muy buena pero para ellos es muy fuerte enfrentarse por primera vez a una película hecha con el rigor del trabajo. Ellos han hecho cositas de dos, tres días de filmación pero nunca de seis semanas. Ellos no sabían qué era esto, casi ninguno.”

El rodaje de Donde acaban los caminos inició el 5 de noviembre, y se extenderá hasta mediados de enero. Las locaciones escogidas se ubican en Antigua, Sololá, Santiago Atitlán, San Pedro y cercanías del volcán Pacaya y la ciudad capital. El cuerpo técnico está formado por guatemaltecos en su mayoría y cuatro extranjeros, entre ellos el director mexicano Carlos García Agraz. En medio de este rincón silvestre, se está haciendo cine en Guatemala.

1 comentario: