Bienvenidos a LAS PÁGINAS VULGARES. Cositas periodísticas de Maurice Echeverría.

Polanski para principiantes


En el 2002, Polanski se llevó el Oscar. Esto fue lo que escribí para la ocasión.



Algo en todo caso hizo la Academia bien en la última celebración de los Oscar: honrar como mejor director a Roman Polanski. Una filmografía decorosa, una vida personal y creativa digna a su vez de imprimirse en celuloide.


Reputado –por lo demás contra su propio criterio– por exhibir películas torcidas y retorcidas, el también escritor, productor y actor Roman Polanski se ha llevado el Oscar a mejor director. Es por el filme The pianist, ganador a su vez en Cannes el año pasado, que nos muestra a un Adrien Brody en la vorágine de la guerra. Brody, de 29 años, ganó el premio a mejor actor, compitiendo con actores de la talla de Daniel Day Lewis y Jack Nicholson (quien actuara para Polanski en Chinatown, qué más).

Más que todo cineasta, más que todo genio, Polanski (de nombre original Raimund Liebling) nació en 1933, en Francia. Sus padres regresaron a su Polonia natal en 1937. Polanski estudió en la Escuela Estatal de Cine de Polonia del año 1954 al año 1959, experiencia positiva tanto dentro y afuera de las aulas. La escuela estaba asociada a los Archivos Fílmicos de la Nación, y por lo tanto tenía acceso a cualquier película que en realidad quisiera ver.

Polanski sabe cuánto vale una historia bien contada para poder sobrellevar con más decencia la realidad. Y realidad la tuvo. A granel. En principio sufrió la ocupación alemana (concomitante deportación de sus padres a un campo de concentración, donde murió la madre) y sufrió el infierno nazi de primera mano, por judío, y por razones que la historia baraja con cierta insistencia. Una historia traumática, que lo llevó a rechazar la oferta de Schindler´s List en su momento.

El absurdo ha sido una constante en su vida. En el año 1969, su mujer, Sharon Tate, embarazada, fue asesinada por los friks de Manson. Todo naufragó –los contornos, el glamour– en su mansión de Beverly Hills.

El domingo pasado Polanski no pudo recibir de propia mano el premio de la Academia (que se unen a los tantos otros: Berlín, Venecia, Cannes…). Prófugo de la ley estadounidense, por un caso de acoso a una niña de trece años en 1979 (en casa de Jack Nicholson, por cierto), no ha regresado al país que sueña con hundir Bagdad. Abyssus abyssum invocat: el abismo llama al abismo. Por lo tanto, sus películas no escapan al trazo de malignidad que marcó su vida propia.

La malignidad, sí… y el genio. Roman Polanski es sobre todo, en el sentido más ajustado, más riguroso de la palabra, un director. Un director cosmopolita (sus películas se han rodado en varios lugares del orbe, Francia, Inglaterra, Polonia, EU…), un director de varios registros, capaz de llevar géneros puros como el film noir y el policiaco a su más inédita expresión (Chinatown, 1974). Así a la vez el cine de horror, dándole sin más otra vuelta de tuerca, una vuelta entretenida por parajes laberínticos y demoníacos (Rosemary's Baby, 1968; The Ninth Gate, 2000).

De esa filmografía latente habrá que su cortometraje polaco Dos hombres y un ropero (1958), y los largos Repulsion (1965), Cul-de-sac (1966) , The Fearless Vampire Killers (1967), Rosemary´s Baby (1968), su oscura versión de Macbeth (1971), Chinatown (1974), Le Locataire (1976), Tess (1980), con Natassja Kinski, quien fuera su pareja, Death and the Maiden (1994), la película de suspenso Frantic (1998), y ahora The Pianist, una película de guerra en tiempos de guerra. Sus bandas sonoras merecen especial atención. ¿Y qué decir de su trabajo como actor, por ejemplo junto a Gerard Depardieu en la película Una pura formalidad? Un dato interesante: su primera actuación la hizo junto al cineasta Andej Vajna.

El talento es una realidad al fin más sutil y apreciable que la esperanza. Polanski es un ejemplo vivo de cómo el talento sobrevive a todas las hecatombes.

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