Bienvenidos a LAS PÁGINAS VULGARES. Cositas periodísticas de Maurice Echeverría.

La gloria del púgil



Mi madre, que trabaja en el Comité Olímpico, me llevó a ver la pelea preolímpica de Eddie Valenzuela, pugilista nacional. Una nota fácil. He aquí el link, por cierto (la foto es de Moíses Castillo):



http://www.elperiodico.com.gt/es/20080503/temasdeinteres/54053/
Martes 29 de abril, torneo preolímpico de boxeo. El nacional Eddie Valenzuela se enfrenta al colombiano William Urina. Espasmo, electricidad, victoria en el Domo.





Por lo menos una vez en la vida deberá el escritor acercarse al ringside y desde allí, en un breve cuadernillo, anotarlo todo: la emoción cismática del público, la ceñida contemplación del jurado, el gesto carnívoro de los fotógrafos, el sudor de los contrincantes, que es como un cognac sucio que sale de sus cuerpos.



Lo hizo, en su momento, un tal Norman Mailer (en paz descanse). La pelea: Alí–Foreman, en el Zaire. Recordemos parte de la descripción cuando el oponente de Alí es derribado: Cayó como un mayordomo de metro ochenta de estatura y sesenta años de edad que acabara de escuchar una trágica noticia…



Está claro que Eddie Valenzuela no es Muhammad Alí, ni el colombiano William Urina George Foreman, pero el arribafirmante tampoco es Norman Mailer, así que se puede decir que estamos a mano. Ingreso al Domo, confiadamente, pero más confiado es el poderoso varón de Barbados que está gritando en lengua profana, justo en la entrada. Me acompaña, en esta aventura, la Licenciada (Vocal Segundo del Comité Olímpico Guatemalteco). Alguien comenta, refiriéndose posiblemente al pugilista local Giovanni Pantaleón (pluma, categoría 57 kg.), quien salió derrotado antes, contra el dominicano Roberto Navarro:



–Nos tocó un segundo round malo. Le dieron hasta para las papalinas.



Pasamos a la sala VIP, para contemplar el combate de Eddie Valenzuela. Pronto me doy cuenta que es el peor lugar para ver la pelea, y le pido a la Licenciada que bajemos al ringside, donde a lo mejor habrá más jugo y emoción. Es un decir, porque el Domo está más bien vacío, con lo cuál uno se da cuenta lo que el pugilismo representa para el imaginario nacional. Tratándose de un campeonato preolímpico, da un poco de tristeza.



Buscando el camino al ringside, nos topamos con Willy Kaltschmitt, quien nos orienta. Una especie de espesa pasta –la música– sale de algún sistema de amplificación. Es proverbial lo mala que es la acústica en el Domo. Hallamos asientos, y contemplamos un encuentro México–Brasil. El mexicano Braulio Juárez es una maquinita de testosterona. Destello en lo blanco del guante azul del brasileño. Para nuestra sorpresa, el mexicano pierde. Muchos golpes y butacas vacías.



Enseguida, la pelea de Eddie Valenzuela contra William Urina, de Colombia. Peso mosca, 51 kg. El guatemalteco brota, envuelto en la bandera azul, y vestido de rojo. “Pero los rojos nunca han ganado nunca nada en este país”, pienso. Hay un estruendo proveniente del poco público –pero notablemente eficaz– que hay en el graderío: y qué bulla, qué acento, Dios mío. La pantalla electrónica va informándonos de cómo el guatemalteco va anotando un punto tras otro. Valenzuela produce maniobras cabales, asertivas. Termina el segundo round con un puntaje estimulante: Gua 13, Col 2. Al final del segundo round, el puntaje es todavía más hermoso: Gua 21, Col 5. La pelea termina con un glorioso: Gua 25, Col 5. Envuelto otra vez en la bandera, cargando a su hijo, Valenzuela es asediado por los reporteros. Para los reporteros, la pelea acababa de empezar, diría Mailer. Pero yo no soy, realmente, un reportero. Así que salgo, acompañado por la Licenciada, del Domo. Por una vez, un rojo ha salido ganando. Después de todo, estamos hablando de Beijing.

No hay comentarios:

Publicar un comentario