Bienvenidos a LAS PÁGINAS VULGARES. Cositas periodísticas de Maurice Echeverría.

Literatura maya actual: inventario mínimo


No sé, creo que es un texto interesante. ¿Pasó desapercibido cuando fue publicado? Seguramente.



¿Existe una literatura maya contemporánea? ¿Es oral o es escrita? ¿Quiénes la están haciendo? Si bien se encuentra relegada a la marginalización, pobreza editorial y cierta escasez de autores, cuenta ya con figuras predominantes.


El año pasado, Rodrigo Rey Rosa fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. Rey Rosa propuso donar la presea (Q50,000) al estado, con el objetivo de concebir y fundar un premio destinado a los autores de textos en idiomas maya, xinca y garífuna. Aunque el premio no ha logrado tomar forma (“en la Academia de las Lenguas Mayas no han agarrado la pelota, yo supongo que por cosas políticas”), la idea del mismo no deja de ser atrayente. Sería una manera de incentivar la creación literaria indígena del país.

Y bueno, surge la pregunta: ¿existe una creación literaria indígena en el país? Por ejemplo en el caso de la literatura maya, ¿hasta qué punto podemos hablar de ella?

El mencionado Rey Rosa es el primero en contestarnos: “Yo sé que existe. Cuán extensa sea o cuánta sea la producción es lo que habría que ver. Es un tema de investigación interesante, pues nadie puede saber a priori cuánto hay ni qué calidad”.

También dice: “Yo creo que es más dudoso que exista la literatura guatemalteca a que exista la literatura maya. En literatura maya está en primer lugar la cosa lingüística: son idiomas que han sobrevivido de espaldas al español. Tienen una especie de visión, de unidad, de manera de ver el mundo, incluso de contar: características bien claras que la diferencian de la literatura hispanoamericana. Esa forma de repetir, de hacer énfasis, de armar las oraciones…”

El Premio Nacional de Letras 2004 explica: “Yo creo que el problema es cómo se ha leído esta literatura: como etnografía o antropología. ¿Por qué la diferencia?”

En efecto, estas formas de leer tan académicas, tan técnicas, tan específicas, lejos de ayudar a la literatura maya a propagarse, la encierran en divisiones para estudiosos, provocando ghettos académicos.

Para el columnista y escritor indígena Enrique Sam Colop (Cantel, 1955) la literatura maya pervive así en la oralidad como en la escritura. “Allí están los poetas orales que mantienen la estructura del discurso como se lee en textos mayas antiguos. Por aparte están los autores mayas que han publicado libros en los últimos años. Los poetas orales recitan en sus idiomas mayas en ceremonias y eventos especiales de su comunidad y los que escriben los hacen por lo general en español y conforme a los cánones actuales.”

Para el escritor Mario Roberto Morales, no tiene sentido hablar de literatura maya. Afirma: “Estas taxonomías, estas clasificaciones en las que la crítica ha dividido el quehacer literario son taxonomías a mi modo de ver bastante ociosas. No sólo la cuestión ésta de literatura maya, sino también la femenina, la gay, la mexican–american, en fin. Me parece que es bastante inocua la taxonomía porque clasificar así la literatura obliga a despertar un tipo de crítica en compartimentos estancos. Lo que está sugiriendo es que los distintos sectores de la sociedad viven inconexos. No se puede hablar de literatura gay y al mismo tiempo de literatura straight. Hay una inconexión, y eso responde a la política multiculturalista de la masificación de las diferencias”.

Roberto Morales agrega:

“Ahora, para ponernos flexibles, si nosotros aceptamos que los indígenas guatemaltecos con posiciones culturalistas, identitarias, autodenominados mayas, deciden llamarse mayas y llamar maya su literatura, pues yo creo que están en perfecto derecho”.

El escritor indígena Víctor Montejo (Jacaltenango, 1951) habla de “un renacimiento o reflorecimiento de cultura maya, en todas sus formas de expresión artísticas y literarias”.

Para Montejo, hablar de literatura maya no es una mera reducción, sino todo lo contrario. Para él se trata de pensar “en toda una civilización que tiene sus propios creadores, pensadores, y elevarlos al nivel de todos los otros pensadores y creadores de literatura del mundo”.

Montejo continúa: “Hay gente que dice que los indígenas y los indios no pueden producir, pero tenemos una civilización que ha producido y sigue produciendo, y tiene su propia característica; sí se puede decir que hay una literatura maya particular, y podrá ser una literatura nacional cuando se comience a apreciar, a utilizar en escuelas primarias, en universidades, en institutos básicos: entonces la literatura maya se podrá integrar a la literatura nacional.”


¿Oralidad vs. escritura?

Es en verdad difícil medir la salud de una literatura (en este caso la maya) sin recurrir exclusivamente a ciertos criterios: producción editorial, ventas, cantidad de traducciones, número de lectores, etc. Justamente, en el caso de la literatura maya, no existen del todo estos criterios, o existen poco, o mal. Sin un soporte o producto (el libro, en este caso) la evaluación de un fenómeno cultural se vuelve huidiza. Pero como la literatura maya está ligada a la oralidad, y además a una oralidad que no es espectacular sino íntima, familiar, entonces hay que tener mucho cuidado a la hora de formular juicios. Siguiendo esta lógica, podemos decir que el hecho de que muchos indígenas sean ágrafos no quiere decir que sean iliteratos.

¿Hay que tener dos políticas culturales respecto a la literatura maya?

Para el escritor indígena Humberto Ak´abal (Momostenango, 1952) oralidad y escritura mayas son dos cosas distintas. Para Sam Colop, en cambio, ambas son parte de la misma literatura.

El caso de Rigoberta Menchú (Chimel, 1959) es curioso. Su libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia es el resultado de una colaboración entre oralidad (su propio testimonio) y escritura (la labor transcriptora de Elizabeth Burgos). Sus detractores han puesto en entredicho los límites de esta colaboración.

Tratándose de literatura testimonial, el asunto es delicado. Pero en el terreno de la ficción, las cosas cambian. Mario Roberto Morales afirma: “En definitiva cuando las sociedades dejan de ser ágrafas, escriben las tradiciones, o las esculpen, o las pintan, y al hacerlo las modifican. Estamos hablando de recreación. No hay nada que esté intacto. Las tradiciones alguna vez se originaron, alguna vez fueron inventadas. Y alguna vez se modificaron. No hay que tenerle miedo a que las tradiciones se modifiquen.”

También es preciso decir que los escritores mayas a menudo no publican en sus respectivas lenguas indígenas. Lo curioso es que nadie los leería en sus propias lenguas. Algunos han tenido que hacer la concesión al castellano (el mismo caso de ciertos escritores vascos, hace notar Rey Rosa). Humberto Ak´abal se traduce a sí mismo al español y publica en español, si bien es cierto que ha publicado libros bilingües en maya k'iche'/castellano. Víctor Montejo ha publicado en inglés. En 1997 fue publicado en italiano el libro “Rigoberta: senza Frontiera”. Rigoberta: la nieta de los mayas, la versión en español, salió en 1998. Algunos escritores publican en español y se traducen luego a la lengua maya. Podríamos hablar de una cierta esquizofrenia editorial.


Algunos promotores

Veamos quiénes están haciendo y promoviendo esta literatura maya.

Al menos, encontraremos dos casas editoras comprometidas. En el extranjero, habrá que mencionar a Yax Te´, fundada por el Dr. Fernando Peñalosa. Esta casa editorial es el “brazo de publicación y distribución de materiales del Centro Cultural K´inal Winik, de la Universidad del Estado de Cleveland, una unidad institucional dedicada a la educación acerca de lo maya y al intercambio con comunidades mayas”. Yax Te´ se enfoca en el trabajo de escritores mayas contemporáneos.

En Guatemala, existe la casa editorial Cholsamaj. El grueso de sus publicaciones no se vierte hacia la literatura propiamente, pero es de los pocos sitios en dónde se puede publicar en idiomas indígenas. Esto es posible gracias al subsidio que reciben de la cooperación internacional: de lo contrario, su trabajo sería impensable. Como dice Víctor Montejo, “ellos pueden producir libros aunque no se lean”. Montejo aclara: “Los mismos indígenas a veces prefieren leer en el idioma castellano”.

Por supuesto, un sitio privilegiado para el escritor maya vendría a ser el mundo académico. Montejo asegura: “Hay muy buena recepción de la literatura maya en el extranjero, porque cualquier persona del mundo se admira cuando se le menciona lo maya. Ellos sí valoran el aporte de esa gran civilización, y de sus descendientes actuales. Más que todo en las universidades dónde hay cursos, hay programas sobre literatura indígena. Es el caso de mi libro Testimonio. Es una obra que se ha publicado en varios idiomas, en castellano, en inglés, en italiano. En muchísimas universidades se utiliza como libro de texto.”


Inventario mínimo

No son muchos los escritores mayas que han sobresalido, pero están muy bien definidos en el ambiente.

Humberto Ak´abal nació en Momostenango, en 1952, siendo maya k´iche´. El animalero fue el primer libro suyo que salió a luz, en el año 1990.

Otros libros que ha publicado son Guardián de la caída de agua (1993), Jaguar (1994), Hojas del Árbol Pajarero (1995), Breve Antología (1995), Lluvia de luna en la cipresalada (1996), la reunión de poemas Ajkem Tzij –Tejedor de palabra (1996), Retoño salvaje (1997), Ovillo de seda (2001), Corazón de toro (2002), Barco de piedra (2004).

Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Blaise Cendrars 1997 en Neuchatel, Suiza. Le han dado el Premio Continental Canto de América en 1998. Rechazó el Premio Nacional de Literatura por llevar el nombre Miguel Ángel Asturias, quién escribió una tesis racista.

Víctor Montejo nació en Jacaltenango en 1951. Fue maestro en una escuela rural. En 1982 se vio obligado a salir de su país (luego ser torturado) a razón del enfrentamiento armado. Su libro Testimonio: muerte de un pueblo guatemalteco, narra esto en detalle. En los Estados Unidos, ingresó en el mundo académico, y obtuvo una maestría en la State University de Nueva York, y luego un doctorado en Connecticut. Enseñó antropología en la Universidad de Californa–Davis. En los Estados Unidos publicó The Bird Who Cleans the World and Other Mayan Fables (1991), en inglés, un libro de fábulas “como las de Esopo, por ejemplo”. En edición inglés/español, publicó su libro El Q´anil: Man of Lighting. A él le debemos una versión para niños del Popol Vuj.Y un libro de poemas: Sculpted Stones (1996). Así como la novela Las aventuras de Mister Puttison entre los Mayas (1998). Víctor Montejo se ha dado a la tarea de reescribir, repensar y recrear la tradición maya. Actualmente, diputado por parte de la UNE.

A La otra cara (1992), del autor q´anjob´al Gaspar Pedro González, se le llama con frecuencia la “primera novela maya” La segunda novela maya de Pedro González lleva por título El retorno de los mayas (1998). Además, Pedro González también ha publicado libros de poesía, así el libro Palabras mayas. Graduado de la Universidad Rafael Mariano Gálvez. Organizó el Primer Congreso de Literatura Indígena de América.

Rigoberta Menchú no empezó siendo una escritora. Su libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia es un gesto literario, no cabe duda, pero su finalidad nunca fue literaria en sí. Hoy Rigoberta Menchú ya puede ser considerada una escritora, una creadora, o una recreadora de leyendas mayas (desde un punto de vista riguroso, todo creador es un recreador, nadie crea ex nihilo). Tiene en su haber libros de literatura infantil. El primero siendo Li Mi´n, una niña de Chimel (2002). Y el libro El vaso de miel (2003), fue escrito en colaboración con el escritor Dante Liano. Ambos fueron publicados por Alfaguara.

Calixta Gabriel Xiquín nació en el departamento de Chimaltenango y habla maya kaqchikel. Se le identifica además de poeta, como guía espiritual y sacerdotisa maya. Asesinaron a sus tres hermanos durante la guerra, y tuvo que ir a los Estados Unidos. Obtuvo la licenciatura en Trabajo Social en la Universidad Rafael Landivar. Continúo sus estudios en la Universidad del Valle, dónde obtuvo una maestría en Desarrollo. Su primer libro de poesía se titula Hueso de la tierra (1996). También es suyo Tejiendo sucesos en el tiempo (2002).

Enrique Sam Colop nació en Cantel, Quetzaltenango, en 1955. Se ha destacado y dado a conocer como columnista, aunque también ha escrito cuentos y poesía. En sus columnas reserva siempre un espacio para escribir en k´iche´. Explica: “Utilizo el idioma k’iche’ como manera de expresión y de paso hacer sentir a los demás cómo siente un lector maya que no sabe español”.

Con una observación suya se cierra este artículo. Al preguntarle por qué hablar de literatura maya, y no de literatura en general, dijo lo siguiente: “Cuando se hace referencia a Ak’abal, casi siempre se dice el “poeta indígena”; pero cuando se habla del Cadejo, por ejemplo, no se dice el “poeta ladino”. Es decir, hay una predisposición a “marcar” a los autores mayas y no así a los ladinos o criollos, dentro de la propia literatura guatemalteca.”


UN PASADO GENEROSO

El mundo maya nos ha heredado, además de esos paisajes urbanos fabulosos, un caudal de conocimientos. Cuando pensamos en literatura glífica, imaginamos de inmediato esas estelas misteriosas que hemos visto en ciudades prehispánicas. Hoy sabemos que semejante forma de comunicación está compuesta por símbolos fonéticos e ideogramas. Los mayas eran virtuosos de la comunicación. Lamentablemente, la invasión española trajo la destrucción y la censura: hoy sólo quedan a nuestra disposición tres de los llamados códices (el de Dresden, el de Paris, el de Madrid), apenas un ápice de un pasado que fue “editorialmente” muy generoso.

La literatura oral maya, por otro lado, ha estado viva desde hace cientos de años, y pervive gracias a una persistente cadena generacional. Fueron a menudo extranjeros o ladinos quienes se interesaron en recopilar estas fábulas e historias folklóricas (hoy existe un interés proveniente de los propios mayas por conservar su acervo oral, distribuido en múltiples lenguas).

De esa cuenta se ha verificado una suerte de trasvase desde la oralidad hasta la escritura. Este trasvase se practicó desde la Colonia misma. Sin el cuál no existirían textos clásicos como lo son el Popol Wuj, el Rabinal Achí, el Memorial de Sololá, los Libros de Chilam Balam. También es preciso mencionar aquí los Cantares de Dzitbalche. (Semejante trasvase ocurrió, en otras latitudes, con La Iliada, con Las Mil y Una Noches, con los Evangelios.)

2 comentarios:

  1. DESPERTANDO
    Maya. Poesía pura.


    La madre tierra trae nueva consciencia
    mi padre, trabaja un cosmos nuevo
    y pone en mi manos un nuevo nawal
    me regala el don de artista,
    linaje divino,
    vocación sagrada,
    seducción en mi lenguaje.



    En papel de amate trae escrito
    predicción de nuestra cosmogonía Maya
    EL SOL imagen celestial en la vía láctea
    el eje de vida comunitaria…
    Preservando la historia
    conservando la tradición.




    Las estrellas traen un brillo nuevo
    nuestra nueva narrativa espiritual
    será palabra burilada en piedra,
    sin actuar negativo,
    con sano sentimiento
    con rectas acciones.
    El sol está despertando.



    Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano
    “Hombre de Maíz, 2009”
    Guatemala, C. A.

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  2. DESPERTANDO
    Maya. Poesía pura.


    La madre tierra trae nueva consciencia
    mi padre, trabaja un cosmos nuevo
    y pone en mi manos un nuevo nawal
    me regala el don de artista,
    linaje divino,
    vocación sagrada,
    seducción en mi lenguaje.



    En papel de amate trae escrito
    predicción de nuestra cosmogonía Maya
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    el eje de vida comunitaria…
    Preservando la historia
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    será palabra burilada en piedra,
    sin actuar negativo,
    con sano sentimiento
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    Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano
    “Hombre de Maíz, 2009”
    Guatemala, C. A.

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